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Ciudad fantasma (Ghost town)
Project type
PROJECT / Landscape, Still life, Scenes, Mobile
Date
2020
Place
Madrid
Description
My view about Covid19 and the 2020 isolation.
Description
(ENG)
That day we were allowed to go out and I obliged as it was an order.
50 days had passed since the morning I woke up to the sound of car horns and the clamour of people buying toilet paper, milk and flour in vast quantities. 50 days seizing the leisure time: finishing a backlog of projects and cleansing every corner of my house. 50 days wishing a beam of sunshine would sneak through my window out of season.
A different city greeted me on the morning os Saturday, May 2. Madrid looked grimy and forsaken. But my window of time was narrow. I had to the make the best of it.
Under the Civil Guards watchful eyes, hundreds of people stumped along in procession, speechless and wary, like me. Some of us did it in the middle of the road, without looking at each other. And chased the vitamin D of every sunbeam. Others ran somewhat desperate, circling the closed park, wearing brand new, shiny sneakers.
Two hours past and, obediently and almost willingly, we went out every morning. I stayed in my neighbourhood -I was not allowed to venture further- capturing bleak, soulless images. Images that just a month later, as Madrid gradually recovered normality, I didn't see again.
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(ES)
Ese día nos permitieron salir y yo salí como si me hubieran dado una orden.
Habían pasado ya 50 días desde aquella mañana en la que desperté con el ruido de cláxones y el barullo de personas comprando papel higiénico, leche y harina de trigo en cantidades exageradas. 50 días aprovechanso el ocio, terminando proyectos inacabados y limpiando cada rincón olvidado de mi casa. 50 días implorando que un rayo de sol se colara a destiempo por mi ventana.
Eran las 8 d el mañana del sábado 2 de mayo y afuera me encontré con una ciudad abandonada y sucia, distinta a la que conocía. El horario era restringido y tenía que aprovecharlo lo más posible.
Bajo la mirada de la guardia civil, cientos de personas caminaban en procesión, mudas y con la misma desconfianza que lo hacía yo. Unos caminábamos por el medio de la calle, sin mirarnos, buscando la vitamina D de cada rayo de sol. Otros corrían con cierta desesperación dando vueltas alrededor del todavía clausurado parque, con zapatillas de deporte recién compradas e impolutas.
Al cabo de dos horas, obedientes y casi voluntariamente, nos encerramos de nuevo en nuestras casas.
A partir de entonces salí cada mañana durante mes y medio hasta donde me estaba permitido y capturé imágenes desoladoras de mi barrio. Imágenes que solo un mes después, a medida que Madrid volvía a la normalidad, no volví a ver.
