Regina se mudó a Madrid para vivir con su abuelo, a quien adoraba y había caído enfermo, y aprovechó su estadía aquí para hacer la maestría sobre el mercado del arte que quería hacer.

Me contó que le encanta Madrid a pesar de que se parece a México mucho menos de lo que se esperaba.

Echa de menos la comida mexicana y la amabilidad de la gente mexicana. Al principio le costó acostumbrarse a que en Madrid se queda con los amigos en las terrazas de los bares y no en el sofá de las casas en chandal y le costó soltar su vida con su familia y sus amigos en México.

Regina dice que reconoce que cada esquina de Madrid es hermosa y limpia y que, aun siendo una capital, es una ciudad increiblemente segura.

"Al principio sí que sufrí un choque cultural pero ahora siento que hay costumbres de Madrid que he adaptado como propias, como saber decir que no sin dar explicaciones y ser cuidadosos al conducir."

Ahora con el emprendimiento de la importación de chocolate mexicano a Madrid, Regina ha empezado a ir y venir a su país y me dice que no descarta que algún día, con mucho dolor, tenga que irse de Madrid.__

​