Cuando retraté a Annia me contó que llegó a Madrid desde Cuba en 2005, dejando atrás su trabajo como contable y con ganas de reinventarse. “Al principio fue difícil porque me miraban como una extranjera que había venido a ocupar el lugar de un nativo pero luego me acostumbré. Siempre supe que quería hacer algo diferente, algo que me permitiera estar cerca de la gente y expresarme”, recuerda. Hizo cursos de estética y peluquería, y poco a poco convirtió su pasión en su oficio.

A Annia le gusta perderse por las calles de la ciudad, descubrir rincones y disfrutar de la rutina cotidiana que la hace sentir en casa. “Aquí tengo mi lugar, mis amigas, mis clientas… y cada día me trae algo nuevo”, dice con una sonrisa.

De vez en cuando regresa a La Habana para abrazar a su hijo y a su pequeña nieta, recordando sus raíces y trayendo consigo un pedacito de Cuba que se mezcla con su vida madrileña. Madrid, para Annia, es un lugar donde pudo crecer profesionalmente, vivir con libertad y construir la comunidad que siempre soñó, mientras sigue repartiendo risas, historias y buen humor a todos los que la rodean.__